Buscar este blog

1/1/11

En su cueva de Zaratustra se enfrentaban sus pies y sus lágrimas frías al son de Rachmaninov.
El vals ''de Pitol'', absurdamente dilatado en aquella relectura nocturna , la mefistofeleaba, descabezaba y desentrañaba aún más, como si el inmundo hubiese sido hecho para ellos.
Guillermo imaginado en el café Albéniz de Alhamar era lejanía ,  sus ojos pardos ennegrecidos, su tacto al piano oscurecido,  Freddie en el techo enmudecido , sus hermosos dedos callados estremecidos
estremeciéndola tras el desamor...

En su cueva, en la aurora, se reencontraba al fin en el superhombre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario